jueves, 1 de junio de 2006

Carroña TV

Reproduzco un artículo de Javier Pérez de Albeniz en el Mundo, pues opino exactamente igual, pero no sabría expresarlo mejor.

La Muerte en directo (y en exclusiva)
CNN+ ha metido la pata hasta el cuello: a mediodía han dado la noticia de la muerte de Rocío Jurado. Poco después han desmentido el óbito. Pero el daño ya estaba hecho. Ayer por la noche las cámaras de Antena 3 enfocaban una habitación con la luz encendida en la casa de la cantante. Recordaba a la muerte del último Papa. Teresa Viejo conectaba con el lugar en directo, y hablaba con su reportero (¿?) sobre el momento en que se apagase la luz…

Acontecimientos como la agonía de Rocío Jurado desnudan la comunicación de televisión, un medio plagado de informadores de medio pelo, de periodistillas y periodistuchos que sólo sirven para estar horas, y días, y semanas, en la puerta de la casa de un enfermo. Molestando, babeando como hienas que esperan la inminente llegada de la muerte. Incapaces de comprender que morir en paz es lo mínimo que un enfermo puede exigir.

Las cadenas de televisión alimentan a estos insectos sin corazón. No emiten especiales bien trabajados, o conciertos completos, o programas serios y bien documentados sobre la cantante. No. Lo que hacen es montar un circo en la puerta de su casa ("nos hemos tenido que llevar a los niños para que no sepan cómo está Rocío, y no podemos ni llevarles al colegio", dice un familiar) y rellenar horas de programación basura, hinchando la información, arrancando palabras inertes a familiares doloridos, repitiendo textos huecos, ideas vacías, rumores pestilentes. Inventando muertes.

Y es que los periodistas del corazón, como las bestias, no tienen moral. Sólo instinto. Una intuición que utilizan para rastrear la enfermedad, para localizar el dolor, para escarbar en la miseria. Un olfato que utilizan para localizar el cadáver, arrancarle la piel a dentelladas, escarbar en las entrañas y mostrar las vísceras al mundo. Una vorágine necrófaga de la que no ha podido escapar ni la ministra de Cultura, que ha añadido un nuevo tropiezo a su larga carrera de despropósitos y se ha sumado a la lista de cotillas: "Rocío Jurado ha sufrido un infarto cerebral". La familia desmintió poco después sus alarmistas palabras.

Seguramente los periodistas que cubren la agonía de Rocío Jurado no tienen ganas de que muera, pero lo parece. Llevan días haciendo siniestra guardia en la puerta de su casa, molestando a familiares y amigos, y están cansados de esperar. Todos quieren dar la exclusiva. ¿La exclusiva? Sí, la exclusiva. Una exclusiva torpe y breve, repugnante, pero valiosa: venderán durante semanas, en todos los programas de la cadena, que ellos fueron los primeros en comunicar su muerte en directo. Y en exclusiva. Sólo valen para esto...


Artículo original
Powered By Blogger